Es un problema que afecta al 80% de la población adulta, tanto hombres como mujeres, aunque en mayor medida a ellas, debido a la menstruación, la menopausia, y otros cambios hormonales. También influye, el sedentarismo, la alimentación, la obesidad, la genética, el embarazo, la hipertensión, el tabaquismo, las varices y arañitas vasculares, etc. Tener várices en las piernas no sólo tiene que ver con el tema estético, que por cierto es una de las primeras razones por las que la gente consulta a los médicos. Venas azulosas que se aprecian fácilmente y la tensión en las extremidades son el punto de partida de esta alteración. A pesar de que en ocasiones las várices pasan desapercibidas – y sólo las delata una pequeña molestia confundida con el cansancio diario – hay casos en que su existencia puede invalidar al paciente, pues la hinchazón, los calambres y la picazón pueden causar muchas incomodidades que incluso pueden llevarlos al quirófano para que se les extraiga esas incómodas venas.
Las venas de las piernas son aquellas que sacan la sangre que llevan las arterias para conducirla al corazón y así lograr que se vuelva a oxigenar. Este retorno venoso se dificulta al estar de pie y para esto las venas tienen un sistema de válvulas, “como unas compuertas que se cierran cuando la sangre sube impidiendo que se devuelva.